Muy de vez en cuando un arquitecto se encuentra con clientes que no ponen limitación alguna. Entonces el arquitecto debe buscar algún concepto que permita expresar su estilo de vida con el que haya podido intuir, y que a su vez dé lugar a un proyecto singular, que es en realidad lo que se le está pidiendo. Es como si el cliente llegara y dijera “¡Sorpréndeme!”, y entonces el arquitecto no puede hacer otra cosa que ponerse a trabajar.
La parcela donde debía realizarse el proyecto se encuentra en una curva de una urbanización al pie de La Mola (Sant Llorenç del Munt), en un punto con unas vistas privilegiadas. La pendiente de la parcela es suave, aunque en el encuentro con la calle que lo rodea se forma un talud de hasta unos 2 metros de altura. Esto hace que dentro de la parcela, que tiene unas dimensiones bastante grandes, se tenga todo el horizonte delante libre de obstáculos.
El proyecto nace de una dualidad, de dos conceptos opuestos; por un lado la casa debía mantener una cierta condición de refugio, y por el otro tenía que apropiarse de las vistas que tenía delante y convertirse en una especie de mirador. Por tanto, la casa debía ser “refugio” y “mirador” a la vez. Por eso se propuso un cuerpo principal que se integra en el paisaje existente, que se esconde en la tierra y se cubre de una cubierta verde buscando protección, casi como si se tratara de una cueva, pero totalmente abierto por el lado libre que deja la pendiente de la parcela para captar el sol y explotar así esta tensión entre luminosidad y oscuridad. Se trata de un volumen alto, de sombras contrastadas, de líneas rectas y de materiales pétreos (hormigón visto), un lugar más adecuado para celebraciones o, al menos, para recibir visitas, ya que se trata de un espacio amplio y abierto, sin compartimentaciones. Es donde se ubica la cocina abierta y el comedor con vistas sobre el jardín. Desde este espacio, además del jardín, se accede también a la zona de piscina y barbacoa, ubicadas en la cota más baja.
Por otro lado, en medio de la parcela se ubica otro cuerpo de edificación con un carácter opuesto, el cual contiene la zona de noche, mucho más compartimentada. Se trata de un volumen orgánico con un acabado de chapa minionda prelacada que le da un carácter más doméstico, más modesto. Lo singular del volumen es que se articula a partir de una rampa. Este pasillo en rampa no sólo da acceso a los diferentes dormitorios, sino que genera espacios multiusos a lo largo de su recorrido aptos para otras actividades más introspectivas como leer, estudiar o trabajar. Como contrapunto, también se dispone en forma de mirador, expresando esta voluntad de «mirar» el paisaje del entorno, aprovechando la altura que se gana con la rampa de acceso a la habitación principal.
Finalmente, el proyecto se presenta como una composición de dos volúmenes antagónicos, ambos generados a partir de la tensión entre ser refugio o mirador: el primero es un refugio enterrado que se abre para poder mirar al exterior; el segundo es realmente un sitio de descanso e introspección (refugio), pero al final del recorrido de la rampa se transforma en el mirador principal de la casa. Al final, no se sabe cuál de los dos volúmenes es más una cosa que otra, pero sí se logra que la casa pueda ser ambas cosas a la vez.
© 2022 Divers Arquitectura | Diseño web por Cèl-lula